Partiendo de mi debilidad por lo dulce, nunca me gustó tomar Coca-Cola después de haber comido chocolate. La Coca se transforma en agua gasificada. Desaparece el dulzor y su gusto característico quedando solamente agua y gas. ¿Lo probaste alguna vez? El chocolate deja saturadas de dulce las papilas gustativas que deberían activarse al tomar la gaseosa y por eso no le sentimos el gusto. Lo que resulta en esa situación es la experiencia que trataré de evitarte cuando hablemos de birra.
La cerveza tiene sus sabores, aromas y gustos; la comida también tiene los suyos. El maridaje es la armonización de ambos mundos con el fin de potenciar o acompañar los sabores y asegurar que cada perfil seguirá estando luego de tomar cada trago. A lo sumo pueden aparecer nuevos sabores. Ricos en caso de un buen maridaje y no agradables en el caso de uno malo.
En esta primera sesión de maridaje fuimos a la cervecería El Taller en el barrio de Nuñez y maridamos una cena de tres pasos, empezando con una bandeja de frituras, hamburguesas de plato principal y un postre el cual ya llegaremos a hablar. También probé -off the record- el tan recomendado chori que se merece una nota aparte -en breve vas a poder encontrar el detalle en la nota que suban los chicos de GPS BIRRA!-.
La picada caliente tiene pescado, papas, aros de cebolla, mozzarella y pollo. Todos empanados y fritos. Siendo las papas y los fritos el plato por excelencia de las cervecerías hay que saber que no todas las birras maridan con ellas. Las cervezas lupuladas y cítricas por lo general son las que mejor los acompañan. Esta vez elegimos una APA de Mur, que realzaba los sabores tanto de la comida como de la cerveza. El amargor de la birra limpia un poco lo grasoso de la comida dejando lugar para que resalten los sabores propios del pescado, del pollo, de la cebolla y de la mozzarella. En el caso de la cerveza se destacan más las notas cítricas aportada por los lúpulos.
A modo de ejemplo de un mal maridaje pedimos una Scottish de Bierhaus que con el pescado de la picada caliente hacían una mala combinación. Por un lado, la cerveza desaparecía, la maltosidad limpiaba el aceite y se perdían ambos sabores. Por otro lado, en la boca quedaba un final seco y muy áspero del pescado barrido por la cerveza.
Como adelanté, pedí una hamburguesa. Entra todas las tentadoras opciones, la elegida de la noche fue la Mónaco. Carne picada suavemente condimentada, mozzarella de gran presencia en gusto, rúcula, tomates secos y alioli en base a morrones, una belleza de sándwich. Como se veía que el cuerpo del plato era alto -así se le dice a un plato de sabores complejos y alta densidad en boca- (carne picada y especias) decidí pedir una cerveza con la misma complejidad como para conseguir un maridaje por similitud. Es por eso que elegí la Porter de Darwin. Una cerveza oscura, compleja y densa. La cerveza bajaba el sabor de la mozzarella tan presente, por lo que aparecían los sabores de la carne y del pan. A su vez la Porter potenciaba su nota de frutos secos, como la nuez y la almendra, que al tomarla sola pueden estar apagados por el presente café del estilo.
De postre, no puede resistirme a pedir la chocotorta con una Irish Stout de Baum. Chocolate en el plato, chocolate en la cerveza. En este caso, maridaje por similitud de sabores. Ambos chocolates se acompañaban en sabor junto al dulce de leche y ayudaban a destacar la crema del postre dándole un perfil de Baileys al plato. Un excelente maridaje para cerrar esta primera noche.
Así como los varietales del vino tienen asignada su comida y las birras maridan con distintos platos, con Seba y Cori de GPS Birra hemos maridado por contraste y similitud y en estos maridajes también aparecen nuevos resultados y metas más grandes. Entre platos, cervezas artesanales, amigos y la vida misma, vos ¿qué maridás hoy?