De residuo a oro líquido: nuevo proyecto del CONICET reutiliza los desechos cerveceros en Argentina

¿Alguna vez pensaste qué pasa con todo lo que sobra después de hacer cerveza? Bueno, resulta que no todo termina en la basura. Un grupo de científicxs del CONICET está trabajando para transformar ese “descarte” de la industria cervecera en un producto con valor agregado que puede ayudar al campo, al ambiente y… sí, también a la cerveza.

El proyecto se llama BrewSelBar y tiene carácter internacional y multidisciplinario. Participan instituciones de Argentina y Europa, incluyendo la Universidad Nacional de Mar del Plata, la cervecería Antares, la Universidad Autónoma de Barcelona, la Universidad Técnica de Dinamarca, la Universidad Técnica de Berlín, y compañías del rubro de semillas y biotecnología. El plan tiene cinco años de desarrollo, financiado por la Unión Europea, y promete poner a la industria cervecera en un nuevo nivel de innovación.

Se propone aprovechar el bagazo de cerveza, uno de los subproductos más abundantes de la producción cervecera, como materia prima para generar un bioestimulante enriquecido con selenio, con el objetivo de mejorar la tolerancia de las semillas de cebada al estrés ambiental (como sequías y altas temperaturas).

El proyecto es importante por varios motivos. Primero, porque si la cebada se vuelve más resistente al calor y a la sequía, el campo gana en rendimiento y se reducen las pérdidas. Segundo, porque hablamos de aprovechar residuos: lo que antes era basura ahora se convierte en un recurso valioso, un ejemplo claro de economía circular. Además, el selenio que se incorpora no solo mejora el cultivo, sino que también es un micronutriente clave para nuestra salud. Esto abre la puerta a pensar en cervezas “funcionales” que, además de ser ricas, sumen un plus nutricional. Y como frutilla del postre, el proyecto se impulsa desde Argentina, mostrando que acá también hay innovación y ciencia aplicada al mundo de la birra.

El proyecto BrewSelBar del CONICET simboliza muy bien la transición que muchas industrias necesitan: transformar residuos en recursos, cerrar ciclos productivos y generar nuevos productos con impacto social, ambiental y económico. Si tiene éxito, podría servir de modelo para otras regiones cerveceras en Argentina y América Latina, y para otras industrias con residuos abundantes.

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